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dijous, 3 d’abril del 2008

el espíritu de Tarisio



Aquest article el vaig publicar a la revista DOCE NOTAS el mes de novembre del 2003. Us el poso aquí ja que crec que és prou curiós. Sembla un conte però es totalment verídic.
Dedicat a la Nuri, que li agrada molt:

De la vida de Luigi Tarisio se conocen bastantes detalles, y aunque es totalmente cierta, no deja de ser francamente inverosímil. Nos ha legado su asombrosa historia como un caso irrepetible en la historia de la luthería.

De origen muy humilde y rozando la pobreza, nació en Milán a finales del siglo XVIII y toda la vida fue analfabeto. Fué aprendiz de carpintero y tenía un pequeño taller, donde vivía de forma miserable. No obstante tenía un espíritu inquieto y un carácter poco común. Tenía una casi morbosa avidez de instrumentos antiguos que recolectó por todos los rincones de su Lombardía natal a base de visitar tabernas, cantinas o conventos. No le fue difícil, ya que en las mayores poblaciones lombardas circundantes había llegado a haber un complejo de hasta 200 talleres de luthería.


En poco tiempo adquirió un don extraordinario y una seguridad impresionante para reconocer las mejores obras de los luthiers italianos. Después de quince años de vida errática poseía la más preciada y numerosa colección de instrumentos de arco italianos que nunca fuera vista.

Pero Tarisio no era un coleccionista. Quería sacar el mayor provecho de sus hallazgos y todavía seguir conservando en su posesión las piezas más sobresalientes. En Milán consiguió la dirección de Aldric, un luthier parisino que en aquel entonces estaba muy en auge. Se le presentó diciéndole si quería adquirir violines Cremoneses. Su aspecto de bagabundo hizo que Aldric se malfiara y pensó que quería engañarle. Tarisio le mostró un precioso ejemplar de Nicolò Amati. Seguidamente un Maggini, un Rugeri, un Storioni y dos Grancino. Aldric le ofreció una cantidad irrisoria que luego dobló.

Tarisio quedó desilusionado por el resultado de su negocio, pues la calidad merecía otra recompensa. Pensó que era por culpa de su aspecto bohemio y que esto no hubiera ocurrido de haberse presentado en carroza y bien vestido. Regresó a Italia con la suma conseguida en el taller de Aldric. Con ese dinero compró más instrumentos y al cabo de dos meses visitaba de nuevo París. Esta vez su aspecto era diferente: vistió a la moda y alquiló una carroza. Hizo la ronda de los luthiers más notables: Vuillaume, Chanot, Gand y Thibout, que compitieron entre ellos con ofertas cada vez más altas.




Su intuición y genio hicieron que siempre conservara para sí mismo las mejores obras maestras. Durante 20 años hizo rogar de rodillas a Vuillaume y a Gand con una historia fantástica: “poseo un Stradivari intacto que nunca ha sido tocado. Quizá el año que viene lo traiga para que podáis admirarlo!”.A lo que Vuillaume respondió: “parece el Mesías de los Hebreos!”(este violín de Stradivari es el que más tarde se le denominó “El Mesias“, en alusión a esta anécdota, construido en 1716). De esta forma pasó Tarisio durante 30 años. Viajó cada año a Francia siempre cargado con sus tesoros, de forma que se calcula que llevó un total de más de 1.000 instrumentos.

Cuando estaba en París o Londres trataba sus asuntos viviendo al mismo nivel que sus clientes, pero cuando regresaba a Milán volvía a su taller de miseria sin ver a nadie, cerrando totalmente las puertas con cadenas y aldabas para que sus vecinos no supieran que ocurría allí dentro. Un día fue visto al entrar a su domicilio pero nadie le vió salir durante muchos días. Fue entonces cuando los vecino alertaron las autoridades para que actuaran. Encontraron a Tarisio muerto, sentado en un sofá y abrazado a dos violines. La habitación estaba tan repleta que no se podía dar un paso sin tropezar o pisotear algún instrumento, las paredes llenas de violins colgados y estuches por todas partes, violoncelos y contrabajos apelotonados...

Las indagaciones posteriores a su muerte demostraron que en esta verdadera “cámara del tesoro” se encontraban media docena de violines de Stradivari y otras tantos violas y violoncelos, un contrabajo de Gasparo da Saló y más de cien instrumentos de los grandes maestros Cremoneses. Las autoridades obviaron los instrumentos y se concentraron en dinero o joyas. Dentro de un colchón hallaron monedas, billetes y una relevante suma de monedas de oro.


Esta historia que parece un guión de película parece ser más que cierta y de la cual hay documentos, cartas y datos comprobados.

Muchas personas, sin ni siquera conocer la existencia ni la vida de Tarisio, tienen un espíritu inquieto y también tienen la avidez o bien de coleccionar muchos instrumentos, o bien de encontrar un instrumento Italiano del siglo XVIII perdido u olvidado, fuera de los circuitos comerciales habituales, que pueda ser adquirido por un precio irrisorio.

Hay que tener en cuenta que esta historia ocurrió hace 200 años y desde entonces se han catalogado, fotografiado y hecho el seguimiento de cientos y miles de grandes instrumentos hechos por los mejores maestros, por lo que el porcentaje de “posibles instrumentos perdidos” es extraordinariamente bajo, prácticamente nulo.

Durante los siglos XIX y XX muchos trafricantes sin escrúpulos se han aprovechado de coleccionistas sin conocimientos suficientes, para venderles instrumentos envejecidos o manipulados, y así obtener sumas de dinero fáciles.

Hoy en dia existen verdaderas colecciones de instrumentos extraordinarios, pero que han sido hechas a base de comprar a luthieres o subhastas a precios de mercado. Difícilmente se repite la historia de Tarisio. Las colecciones hechas a base de comprar a los traficantes y vendedores ambulantes, que periódicamente recorren España ofreciendo instrumentos ruinosos con etiquetas de grandes luthiers fotocopiadas, suelen ser bombas de relojería que explotan cuando uno menos se lo espera.

El “espíritu “ de Tarisio que muchos llevan dentro – buscar el instrumento perdido o encontrar la ganga de su vida - provoca que muchas veces se caiga en la tentación de hacer la compra equivocada en el lugar equivocado. Las compras realizadas sin las condiciones óptimas (garantía, factura del establecimiento o taller, certificado) han provocado más de un disgusto que difícilmente tiene remedio.

1 comentari:

Anònim ha dit...

Molt interessant l'article! M'agraden molt totes aquestes històries sobre músics, luthiers i demés. Pots recomanar algun llibre sobre això? Salut!